miércoles, 21 de agosto de 2013

Mi reino por un like

Esta mañana abrí los ojos y parecía haber sido descongelado pues mis recuerdos no coincidían con el mundo en el que vivo. Salí de la habitación tambaleante debido a  la tradicional torpeza de la mañana. Había poca luz y busqué el control de mi Nintendo... los de Atari ya no servían. ¡Pfff!! No encontré salvo los de X360 y ahí estaba la caja de un Black Ops II y FIFA 12 (sí, nunca compré el 13). En fin, el tiempo si había pasado y ese pequeño sueño en el que había regresado a mí infancia se había quedado ahí, impregnado en la parte anterior de los párpados.

Como cada mañana baje a tomar café no sin antes dejar la compu encendiéndose, no me gusta que actualice el antivirus cuando estoy usando la máquina así que hago esos procesos antes de sentarme frente a la pantalla a seguir estropeando mi vista. Al terminar el ya muy tradicional y rutinario café con leche abrí el Facebook... sin novedad. No me causa conflicto abrir cada mañana mi cuenta y no ver mensajes ni abrazos falsos. No me afecta borrar gente que se ha olvidado que existo salvo cuando el sistema se lo recuerda, no, pareciera ser que no me afecta.

¿Por qué entonces daría yo mi reino por un like? ¡La posmodernidad diría que para existir! o eso pienso yo que diría la posmodernidad. Pareciera los likes determinan hoy la existencia, la amistad, la relevancia de las palabras y el interés verdadero en los pensamientos. Sí todo ello fuera verdad daría más que un reino por un like pues quizás ese click a un pequeño botón implicaría haber sembrado una semilla en la mente del otro pero ¿qué es un like en realidad?


¿Like es sinónimo de aceptación? Quizás sea sinónimo de interés o mejor aún de importancia. Like podría ser también una especie de nexo entre dos personas. ¡Sí! el like vendría siendo esa conexión virtual entre dos. ¿O no? ¡Qué va! por supuesto que no, si hoy hasta los likes se han abaratado. Like a cosas que ni han leído, a cosas que no entienden y a gente que ni conocen o incluso likes a los que te caen mal. ¿Por qué importa tanto un like entonces?


He visto "chavos" que publican añorando likes como si eso les diera un sentido de pertenencia... dejémoslo en sentido. ¿Por qué Facebook se ha vuelto tan dominante en la mente de tantos?  Me parece un espacio fascinante cuando se utiliza para compartir y mantener contacto con los amigos pero para muchos es una competencia de números. Podría decir que "me gusta" Facebook pero no me gusta quienes lo habitan. Las máscaras disfrazan a los hombres más que en la vida real, en Facebook nadie existe, un like es un espejismo y mi reino, mi reino no vale nada. 

lunes, 19 de agosto de 2013

Un mundo virtual

Hace unos ayeres, mientras estudiaba en la universidad recuerdo a un par de profesores diciendo que los videojuegos eran para estúpidos. Uno de ellos tenía una currícula impresionante e impartía una muy buena clase en tanto el otro, en mi opinión, era de eso profesores del montón. Sin embargo; ambos carecían de algo, ninguno de estos personajes sabía una gota de videojuegos, con ello se cumplía aquella frase tan simple como tan sabia: "Es más fácil juzgar lo que se desconoce que conocerlo".

Los videojuegos van más allá de dar botonazos de forma desesperada y de cumplir fantasías de futbolistas que nunca llegaron al profesionalismo. Tanto en su creación como en su disfrute juegan un papel, me atrevo a decir, del mismo peso que la literatura misma, pero hay que entender un poco más al respecto para asimilar este supuesto.Cabe aclarar que como en los libros, la televisión, la academia entre otros tantos campos del saber y del entretenimiento, existen obras buenas y malas, positivas y negativas si se quiere ver de forma dual. 

Es difícil poner en un pequeño post todo lo que me ha tomado investigar este tema pues desde aquel proyecto terminal que me otorgo el grado de licenciado en Ciencias de la Comunicación, me ha gustado no sólo jugar sino investigar de a poco y pensar en torno a este grandioso mundo paralelo. Actualmente en la Maestría en Humanidades pienso en proyectos que puedan contener este tema pues me resulta un campo un tanto desperdiciado gracias a ese intelectualismo de muchos que desprecian lo que en sus tiempos no existía.

Siempre, y esta es una regla de oro, siempre serán mejor los tiempos que te tocaron vivir que los de la juventud contemporánea. Por ejemplo, mi generación dice que las caricaturas de nuestros tiempos eran mucho mejor que las "porquerías" que se ven ahora. Generaciones anteriores hablan de que sus juegos eran más entretenidos y que los futbolistas de sus tiempos si eran en serio, las modas también gozan de estas mismas afirmaciones.

Yo vivo en tiempos de Messi y creeré quizás por siempre, que es el mejor jugador de la historia pues me ha tocado disfrutar de la grandeza de un enviado del Olimpo. Quien vivió la época de Pelé y Maradona se niegan a creer en la superioridad de Messi y en unos cincuenta años habrá otro prodigio al que no le reconoceré ser superior a la joya argentina del Barca.


Una disculpa por desviarme del tema, en estos pensamientos a veces se transita sin rumbo fijo. Retomando el tema de los videojuegos repito que no puedo abarcar mucho en un post, pero que sea este el inicio de muchos que giren en torno a la reflexión de este tema. Yo creo en los videojuegos como un elemento que puede ser para bien o para mal. Es como todo en la vida, es como el ejemplo del cuchillo, puede ser utilizado para preparar auténticas delicias culinarias o para cortar el cuello de una persona. Los videojuegos gozan de un desprestigio inventado e injusto... me propongo a lo largo del tiempo a desmitificar esas críticas, en su mayoría, por ignorancia.




domingo, 18 de agosto de 2013

Así es el fútbol...

El corazón late con más fuerza, la sangre se calienta al punto de ebullición, la adrenalina nos pone en estado de supervivencia y los sentidos se agudizan cuando el balón rueda en el rectángulo de asfalto. Así se vive el fútbol. No se requiere un estadio con gradas repletas de porras y con la majestuosidad de una construcción al más puro estilo del Coliseo Romano. No, el fútbol vive sin el glamour, vive sin años de entrenamientos arduos como otras disciplinas, sin cámaras de televisión, sin patrocinadores, vive también sin pasto e incluso vive sin nombres ni playeras. Quizás sólo el boxeo se pueda comparar en la simpleza de su ejecución, no así en la valentía que requiere levantar los puños en aras de evitar una catástrofe. El fútbol se vive con balón o sin balón, con una botella vacía, con hombres y mujeres compartiendo al mismo tiempo el placer de correr y descargar la furia en contra una portería o un simple par de piedras. No mienten los anuncios cuando dicen que este deporte nos une pues resulta que su poder de convocatoria es inusual. Real o virtual, el deporte más famoso del planeta tiene el poder de un imán que atrae a millones. Quizás sea algún conjuro que antiguos recitaron para castigar a un pueblo... no, un castigo jamás, el fútbol es sencillamente, una bendición.